Cola de Pato: Mi Salto a la Adrenalina en las Montañas de Jamao

 


El despertador sonó a las 4:30 de la mañana y, aunque era domingo, salté de la cama con una mezcla de emoción y nervios. A las 5:30 ya estaba en el punto de encuentro en Santo Domingo, mochila al hombro, lista para una aventura que me habían vendido como “extrema pero inolvidable”: Cola de Pato, en la provincia de Espaillat.

Rumbo al Norte con Sabor a Mangú

El viaje comenzó entre risas y caras todavía adormiladas. Nuestro tour era privado y venía con todo incluido: transporte, desayuno y almuerzo. La primera parada fue en Moca, en el parador restaurante La Piragua, famoso por su comida típica. El desayuno fue un rico mangú con los tres golpes: salami, queso frito y huevo. Cada bocado era pura energía para lo que venía.


El Camino Hacia Cola de Pato

Después del desayuno seguimos hacia Jamao al Norte, por un camino que se iba volviendo cada vez más verde y montañoso. Desde Santo Domingo el viaje dura unas tres horas, pero el paisaje lo hace sentir más corto.



Llegamos a la comunidad de La Cumbre, donde comienza el sendero. La lluvia del día anterior había dejado el camino resbaladizo y lleno de lodo. Nada de eso nos detuvo. Apreté los cordones de mis zapatos de senderismo y empecé a caminar, tratando de no pensar en la posibilidad de un buen resbalón.

Lodo, Risas y un Poco de Miedo

La caminata es de dificultad media alta: no es una tortura, pero tampoco un paseo de parque. Hay subidas que hacen latir el corazón y bajadas que obligan a apoyarse en cada rama. Cada paso era una pequeña coreografía para no terminar en el suelo. Hay que estar en buena condición física, no es un viaje para personas sedentarias y con fobia a las alturas.

Después de un buen tramo de caminata, escuché el sonido del agua antes de verla. Ese rugido inconfundible de un río que se abre paso entre las rocas. Y ahí estaba: Cola de Pato, una serie de pozas naturales rodeadas de paredes de roca y vegetación densa.



Había visto fotos del lugar, con aguas de un azul turquesa casi irreal. Pero por la lluvia de la noche anterior, el agua estaba un poco turbia. No importó. La magia del lugar estaba intacta.

Lo que hace famoso a Cola de Pato no es solo la belleza del paisaje, sino los saltos de agua. Hay varios niveles, desde pequeños para principiantes hasta otros que te hacen dudar un segundo ante de lanzarte.

Ahí me invadió el miedo. Esa vocecita interna que dice: “¿De verdad vas a saltar desde ahí?”. Miré a mi alrededor. Todos se preparaban, algunos ya en el aire, gritando de emoción. No iba a quedarme mirando. Respiré hondo, sentí el frío de la piedra bajo mis pies, y salté.

La caída fue un instante eterno. El corazón latiendo a mil, el aire en la cara, el agua que me recibió con un golpe refrescante. Cuando salí a la superficie, grité de pura adrenalina. Para lanzarse, no debes tenerles miedo a las alturas. Y, sobre todo, escuchar al guía: él indica dónde es seguro y dónde no.

Consejos de Aventurero

Si te animas a vivir esta experiencia, aquí van mis aprendizajes:

·         Buen calzado: Zapatos de senderismo o de agua con buena suela. Nada de tenis lisos.

·         Ropa cómoda: Que puedas mojarte sin problema. Yo llevaba traje de baño debajo de la ropa.

·         Condición física: El sendero no es para cualquiera; necesitas resistencia.

·         Saber nadar: Te incluye el chaleco, pero siempre es mejor saber lo básico.

·         Mente abierta: Prepárate para el lodo, el agua fría y los imprevistos.

 


Datos Prácticos

  • Costo: Mi tour privado, que incluía transporte, desayuno y almuerzo, costó alrededor de US$45 por persona.
  • Cómo llegar por tu cuenta: Desde Santo Domingo, toma la autopista Duarte hasta Moca, sigue hacia Jamao al Norte y luego hasta La Cumbre. Recomiendo ir con un guía local si no conoces la ruta.
  • Mejor época: Temporada seca. Después de lluvias el agua puede verse turbia y el sendero se vuelve más difícil.

¿Vale la Pena?

Absolutamente. Cola de Pato es una mezcla perfecta de naturaleza y adrenalina. Aunque el agua no estaba tan azul como en las fotos, la experiencia fue incluso mejor: el lodo, el miedo al salto, la risa con extraños que se vuelven compañeros de aventura.

Ese día entendí que viajar no es solo ver paisajes bonitos, sino dejar que la naturaleza te saque de tu zona de confort. Y, sobre todo, recordar que los mejores recuerdos se construyen cuando decides saltar, aunque el corazón te diga que no.



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